La cápsula del tiempo de Miss Belvedere

Playmouth Belvedere Sport Coupé (Miss Belvedere)

Gustavo López Sirvent

En 1957, una empresaria y un banquero de Tulsa (Estados Unidos) decidieron enterrar un Plymouth Belvedere Sport Coupé para que, 50 años más tarde, se exhumara para ver los resultados, que no fueron los esperados. El coche estaba inundado de agua y lodo, aunque una empresa lo restauró y ahora se encuentra en un museo.

Las historias sobre automóviles clásicos que arriban desde Estados Unidos bien podrían extraerse de un guion de una película. De hecho, nuestro protagonista se parece al de la película de Christine (basada en la novela de Stephen King). Vamos a contarte la historia del Plymouth Belvedere Sport Coupé, que fue enterrado en vida y resucitado 50 años después.

El relato comienza en la ciudad de Tulsa (Oklahoma, Estados Unidos) el 15 de junio de 1957. Fue entonces cuando la Señora Davis, una conocida empresaria de la ciudad y Don Walker, presidente del Arvest Bank de Tulsa, decidieron enterrar este modelo en un sarcófago de hormigón con la intención de mantenerlo intacto para las generaciones venideras. 

Las cápsulas del tiempo estaban en boca de todo el mundo aquellos años y con la guerra fría acechando había un pavor terrible a los posibles ataques nucleares. Para dar fe del experimento, en el maletero se introdujo una cápsula de acero completamente hermética que contenía un refresco, un libro, un cuaderno dedicado y firmado y diversos objetos típicos de la sociedad americana de 1957.

Los neumáticos los firmaron las personas que participaron en el evento y como maestra de ceremonias se eligió a una niña de 10 años (el propósito era que pudiese estar presente 50 años después para poder descubrir el sarcófago en 2007), que, a la sazón, era la hija de la Señora Davis: Sharon King Davis.

Por si a la crónica le faltaba algo, los creadores de esta iniciativa pensaron que el automóvil lo entregarían como premio a la persona que más se aproximase en su predicción respecto a cuál sería la población de Tulsa el día en el que se desenterrase el modelo en cuestión.

Tras cinco décadas, el 15 de junio de 2007, una multitud, incluso mayor que la del día en que se sepultó, se concentró en el lugar para ver reaparecer el Plymouth Belvedere Coupé que se enterró con tan sólo 6,5 kilómetros en su odómetro.

Cuando los operarios comenzaron a apartar el hormigón que cubría el coche y que se hizo a prueba de ataques nucleares, vieron algo que no entraba en los planes, puesto que el habitáculo se encontraba inundado de agua y lodo hasta casi la altura del techo del Plymouth.

El apodado Miss Belvedere por un miembro del comité que organizó el evento de 2007, no iba a salir tan fácilmente de su lecho. De hecho, los encargados de sacarlo de su agujero tardaron bastantes horas en desenterrarlo.

Además, se dio la circunstancia de que el ganador del concurso había fallecido en 1979, con lo que el Plymouth se quedó sin dueño y siendo un amasijo de hierros. Por cierto, que el vencedor, el señor Raymond Hmbertson vaticinó que la población de Tulsa en 2007 iba a ser de 384.743 habitantes y tenía 382.457. Casi acierta. 

La compañía Ultra One, especialista en productos anti corrosión y de limpieza vio un filón publicitario en la idea de recuperar el Plymouth y se comprometió a limpiarlo y devolverle el mayor lustre posible. Estuvo seis meses trabajando en él y después de invertir 20.000 dólares en productos desoxidantes y cambiarle los neumáticos le devolvió a la vida.

Además, como es una historia de las que merecen ser contadas, pero sobre todo vistas, desde 2015 está expuesto en el Historic Auto Attractions Museum de Roscoe (Illinois).

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Etiquetas: Coches americanos, Historia del Motor, coches clásicos